viernes, 23 de noviembre de 2012

Recién


Estaba recién aprendiendo, tembló mi boca abierta repleta de frases perdidas; se escaparon los huesos de mis brazos contra mi voluntad o contra su fisionomía.

Tu imagen se manchaba en un futuro inundado o se marchaba en un futuro inmundo, que es casi lo mismo, son casi las mismas letras. Poco a poco se achicaba tu espalda como el punto que agoniza al apagarse los televisores viejos. Cruzabas con cuidado para no pisar mi desgracia mientras todos mis brazos se indigestaban en silencio, mientras toda mi boca permanecía quieta.

Al ser recién te escribo un cuento:

Mi cariño va a crecer ahora sin vos en busca de curiosos brillos, se trenzará un día con alguna mirada que hoy sufre por su pérdida, y si sos capaz de visualizar cómo dos pares de ojos podrían abrazarse, te invito a que sientas entre tus dudas el arrepentimiento o el latigazo.
Me acurruco atrás del mundo, juego a las escondidas con tu partida para admitirte que ese cariño tropezará varias veces mientras se “hace grande”, porque guardó con picardía el don del aprendizaje en el bolsillo izquierdo de tu camperita de hilo.
En cierta parte del camino llegará otra discusión con mis soledades, en esas tercas peleas en que ninguno queda conforme.
También te cuento que medito sobre el día en que las pequeñas nostalgias se habrán de refugiar en el regazo del viejo amor (ese que un día fue cariño), para que éste les cuente tu historia con una voz mitad ronca mitad pasada por agua: La simetría de tus dientes, la indecisión de tu acento eslavo, la monárquica sinceridad de tus rubios, farfullando por último esas palabras que creyó haber sepultado en lo más alto de su paladar (por fin deshinchado). Entonces las nostalgitas acariciarán la rodilla del abuelo con esas manitos carnosas de pena, acompañadas con la sinceridad didáctica de los que “van dejando de ser chicos”.

Mi realidad le pega un grito al tiempo, al parecer no le gusta mi último párrafo ni toda esta tontera de “recienes”. No, fue el tiempo quien gritó, que hoy -estirando fuertemente ésto último- es recién, y recién es tu nariz ruborizada, es olor a madera, a dulce, humo tibio, capricho atolondrado, carne cruda. Recién es aprehensión en cápsulas efervescentes.

Yo voy tratando de entenderlos pero mi cabeza llega tarde, y cuando habla uno yo miro al otro, soy como un hipnotizado idiota aunque bien despierto.

La realidad sale en defensa de Mi realidad y la abraza, apretando con confianza su hombro; lo trata al tiempo de invento, de dictador, de piedra pomez, de Contador Público Nacional. “Terrorista culposo” concluyen al unísono.

Yo suspiro y me desperezo en una sillita de jardín, armo un cigarrillo y acaricio a uno de los perros que se ha asustado con tanto grito; pienso que en su linaje quizás hubo Labradores, y no tan lejos. Lo siseo con mi mano por toda la espalda, de ida y de vuelta, palmo la cabecita, de vuelta y de ida.

Mi cuello reflexiona en la mitad del cigarrillo que las realidades y el tiempo me han abandonado, como suele sucederme en ésta y en otras “mitades”. La mano mecánica ha llevado a Tristán a soñar conmigo, con su otro dueño o con alguna irracionalidad en la que ahora yo divago junto a una sonrisa, ésta extingue la brasa e hilvana a los perros, con la noción, con la realidad y finalmente con el tiempo. Detrás de mis cavilaciones aplaude una pregunta de Doña Claudia, la cual no sé bien por qué trae atado un camioncito rojo de juguete rebotando contra mis sueños. Recién -me doy vuelta buscándola entre la lluvia- hace un ratito...


2 comentarios:

  1. se lo dedicaria al amor perdido cuando lo sepa cual fue, y capaz todavia tengo que encontrarlo

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    1. Capaz pasamos toda la vida, mejor se lo dedicamos a los que todavía no perdimos jeje

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