Un suspiro que adentra
aquellos segundos como arena, así empieza la bobada narcisista.
Fuego, cigarro, picazón, saliva, dolor de cabeza. El suspiro
recuerda muy bien esos segundos precisos, justo después del sexo,
porque el amor no era ni tuyo ni mío. Ahora tal vez es amor de
juguete o una reticente idealización... Ahora la vacuidad es capaz
de pedirle casamiento a una compañera de subte, ahora se trata de
obligarme, antes quizás fue desconcierto, qué se yo qué fue eso,
qué es ahora. Suspiro y arena otra vez, vos bajando de mi cuerpo y
yo preguntándote si vamos de nuevo. Antes risas; ahora fuego,
cigarro, ventana, cenizas, saliva, ojos y vidrio. Un suspiro y la
absoluta certeza de no tener ninguna. Pelo más corto, rubio tal vez,
más gorda, más flaca, vos ni una vez pensando en esos segundos y
acá la noche que es puro sedimento. Suspiro unilateral, la vida
sigue para la gente que sigue, y suspiro que ensarta tu cuerpo de
espaldas calzándote la bombacha negra, otros segundos aunque la
misma saliva, el cigarro, el fuego, la luna de mierda, el desorden. Y
vos así conmigo, pocos días, ni me atrevo a decir dos semanas,
quién se pondría de mi lado si esto se tratase de elegir un bando.
Supiro y tu carne inalcanzable, vaya a saber en qué cama o en qué
país, pero un estornudo dura inevitablemente un estornudo, cualquier
extensión suena a trampa. Aunque todo parece un intento absurdo, no
hay idioma que logre detallar las líneas más simples de
pensamiento, o lo que es peor, los recuerdos emocionales. Puedo
suspirar por tu espalda entangando esa bombacha negra, ese preludio
de quererte en serio, pero el inexplicable significado está perdido
en tantas noches como ésta. Suspirazo porque vos no supiste nada,
hasta acá llegamos y yo calladito, la dignidad ahora hecha cigarro,
ventana, saliva y uñas. No hacer nada mal, ni bien, hacer lo que más
o menos va saliendo, dos semanitas, un poco de miedo, sí, una
inseguridad que rebotaba de las paredes al techo, del techo al piso,
a mi cara, a la tuya, pero suspiro porque no me digas que de golpe...
¿por miedo? ¿por las dudas? ¿ya está?. Y resoplido porque los
suspiros se atragantaron entre ellos, resoplido de humo, estrellas,
aire helado, saliva, ventana y cómo es posible que el orgullo sepa
guardar tan bien un secreto. Cerrá la ventana carajo, apagá el
cigarro, date cuenta que no se trata excepcionalmente de ella, vaciá
el cenicero, abrí la ventana de nuevo, respirá en blanco, hasta el
fondo.... Cerrá la ventana. Escribí otro tipo de cuento.
No hay comentarios:
Publicar un comentario