miércoles, 9 de abril de 2014

Te guste o no


Ya lo he decidido, y es irrefutable.

Vas a necesitarme, a convertirte en mi cansancio. Voy a ser el encargado de tu shampoo, de tus medias de lana para el invierno; seré el absoluto responsable de que te quedes tranquila, porque aquel ladrido de perro, aquel que llega desde tan lejos, es un ladrido a salvo.

Lo siento mucho, pero no hay cómo evitar que nuestras manos se vayan meciendo en un paseo nocturno y veraniego, los martes te tocará elegir si pescados o verduras, voy a coleccionar tus sueños, te guste o no, e iremos al supermercado, quizás los jueves que hay ofertas... Divididas las frutas de las conservas, atiborrado el freezer con tus miedos, gaseosas abajo, beso en la espalda de tu cuello y cosquillas en la cocina.

Me comprometí a desafiar a tus estornudos extraviados, a traerlos de vuelta de las orejas; a que la siesta me pida permiso para despertarte, a que el café no se anime a tener frío. Ya está hecho, tu infancia va a estar en el cuarto de invitados jugando con otros niños pero sin hacer ruido. Conseguí el tobogán cíclico que no te animaste a pedir en los Reyes del '88 porque te daba vergüenza. Nada de qué preocuparte, las "cascaritas" de maní van a estar siempre en mis dientes frontales, el reloj un poco antes, el ver-da-de-ro olor de casa como prefieras.

No te esfuerces en revertir esto: Vas a ir a vestirte, noventa y seis atuendos, reversibles, intercambiables. Tetris de tela. Mi deber es que sepas que noventa son formidables, que seis son un milagro y que estoy listo para empezar de vuelta.

Estoy preparado para que lleguemos a la confitería cuando les “quede sólo uno”, “el último”, porque tengo compromiso pleno en administrar lo que te alegra, tu felicidad en trocitos. Perdón por todo esto, pero es mi obligación que lo sepas.

Si llegás muy enojada por unas nubes de sobra voy a leer ese cuento que te gusta. Al principio me vas a golpear fuerte en la cabeza con una cuchara enorme, a preguntarme si soy idiota, alternando el insulto con un “¿ah?”, diciendo la palabrota bien lenta; varias veces se va a escuchar el “toc” de la madera en mi hueso. Mi voz, leal, va a seguir relatando la historia, me vas a golpear de nuevo sin tanta fuerza porque vas a percibir que remo a través del odio... Te cambia un poco el gesto, yo escribo ahora en presente y percibo que se ablanda la carne de tu cara. Me empujás despacio, si acaso ese es el verbo que aplica; sigo leyendo el cuento a punto del temblor, porque aunque tu mirada me hable tengo que concentrarme en la historia y en mis futuros chichones. Pero al fin estás por permitirme el abrazo, la fiera se aplaca, el pecho, tu cabeza, casi caliente y cansada, tu respiración que va olvidando que el mundo es negligente, que no sabe que sos lo único que importa. Termino de leer el cuento merodeando tus oídos que casi roncan. “Detestame, censurame, olvidate de mi cada día, total ya lo he decidido. Y no es negociable”.

Es lo que me toca, cuando enumere las carcajadas no vas a poder creerlo, me vas a pedir un recibo,para luego darte cuenta que no mentía, para apretar el orgullo entre tus piernas.

Tengo que ser el índice que eleva tus gafas por los nervios, la paciencia suficiente para los cierres de tus chaquetas, el ruido agónico de tu primer mate malhumorado, el cesto de residuos vacío, la precisión que da vuelta las tostadas, el optimismo de la sensación térmica, el caramelo de menta.

No te resistas, estoy obligado a comportarme como el sostén de tu bolsillo que molesta y pesa, como la trabita extraviada de tu pelo. Te lo digo de otra forma, si te irrita el humo voy a esconder los encendedores, sino voy a reciclar ceniceros con la ansiedad que expulsa tu cuerpo.

Sé que suena un poquito avasallador, parcial, pero el diablo no es el único ángel, ambos aprendimos de esos clavos de mentira. Con todo el alma te juro, cursi, por eso casi no lo digo... Aunque no lo termines de entender, ni ahora ni aunque me lo pidas de nuevo. Va a ser desde tu espalda, desde el volumen de tu sombra, y no creo en el destino, ni en que algo esté escrito, pero me vas a necesitar.

Y está decidido.

No hay comentarios:

Publicar un comentario