Los sueños de la
quiniela se acomodan en un punto arrabalero, no sé bien por qué,
pero me resultan una especie de tango tartamudo:
00
Huevos
|
25
Gallina
|
50
El pan
|
75
Payaso
|
01
Agua
|
26
La misa
|
51
Serrucho
|
76
Llamas
|
02
Niño
|
27
El peine
|
52
Madre
|
77
Las piernas
|
03
San Cono
|
28
El cerro
|
53
El barco
|
78
Ramera
|
04
La Cama
|
29
San Pedro
|
54
La vaca
|
79
Ladrón
|
05
Gato
|
30
Santa Rosa
|
55
Los gallegos
|
80
La bocha
|
06
Perro
|
31
La luz
|
56
La caída
|
81
Flores
|
07
Revólver
|
32
Dinero
|
57
Jorobado
|
82
Pelea
|
08
Incendio
|
33
Cristo
|
58
Ahogado
|
83
Mal tiempo
|
09
Arroyo
|
34
Cabeza
|
59
Planta
|
84
Iglesia
|
10
La leche
|
35
Pajarito
|
60
Virgen
|
85
Linterna
|
11
Palito
|
36
Manteca
|
61
Escopeta
|
86
Humo
|
12
Soldado
|
37
Dentista
|
62
Inundación
|
87
Piojos
|
13
La yeta
|
38
Aceite
|
63
Casamiento
|
88
El Papa
|
14
Borracho
|
39
Lluvia
|
64
Llanto
|
89
La rata
|
15
Niña bonita
|
40
Cura
|
65
Cazador
|
90
El miedo
|
16
Anillo
|
41
Cuchillo
|
66
Lombrices
|
91
Excusado
|
17
Desgracia
|
42
Zapatilla
|
67
Víbora
|
92
Médico
|
18
Sangre
|
43
Balcón
|
68
Sobrinos
|
93
Enamorado
|
19
Pescado
|
44
La cárcel
|
69
Vicios
|
94
Cementerio
|
20
La fiesta
|
45
El vino
|
70
Muerto sueño
|
95
Anteojos
|
21
La mujer
|
46
Tomates
|
71
Excremento
|
96
Marido
|
22
El loco
|
47
Muerto
|
72
Sorpresa
|
97
La mesa
|
23
Mariposa
|
48
Muerto que habla
|
73
Hospital
|
98
Lavandera
|
24
Caballo
|
49
La carne
|
74
Gente Negra
|
99
Hermanos
|
Tienen olor a mate
cocido, pueden leerse como vino en pingüino de cerámica, como polvo
sobre los muebles. Se apoyan sobre manteles plásticos a cuadrillé,
silbando bajito, entre religiosos suspiros de señoras que suelen
hacer ñoquis caseros los 29.
Cien imágenes variadas,
etéreas, subjetivas... y etcéteras, que no caben en esta oración.
Llaman la atención
Santos y Santas (tantos que ni los enumero). Se beatifica Cristo,
Iglesia, Virgen (que al no tener artículo suscita
dudas, pero no creo “correcto” explayarme precisamente en este
párrafo). Reza un Cura, El Papa, La Misa...
Pero aunque me parezca un tanto grotesca la cantidad de sueños
eclesiásticos, por otro lado es lógico... La suerte cree en Dios,
por sobre todas las cosas.
La bocha reemplaza
al fútbol (desde un punto de vista deportivo, sin rebusque de
“cabeza”), el arroyo al dique, la ramera a la
prostituta, mientras que los gallegos marcan una época. El
jorobado bien podría ser el ciego (no es un ejemplo antagónico,
sino más bien cotidiano), la gallina bien podría ser el
pollo, el revólver la “pistola”, el barco el
avión, o por lo menos el velero.
Hay varias
ramificaciones, por lo cual es lógico que algunos sueños abarquen
más de un terreno, y otros ninguno fuera del azar naturalmente
dicho. Lo que sí me parece digno de recalcar, es que si bien están
titulados por el evidente hecho de soñar con alguno de ellos, cierto
es que elegimos jugar por situaciones casuales dentro de la vida
despierta. Abarcan lo que se sueña, y lo que se vive, y yo presumo
que fueron concebidos con esa idea dual.
Pero no puedo dejar de
repetir que siento una milonga disgregada al leer una y otra vez las
menciones. La gallina se me aparece en un campo de hace
tiempo, el perro y el
gato callejeros, buscadores de fortuna entre lo que nosotros
llamamos basura. La mesa es un tablón dominguero, la
escopeta está escondida para ahuyentar rufianes, las flores
son llevadas por un amante de sombrero. La pelea es en un
ring, en un polideportivo que permite fumar. El pan no
puede... simplemente no puede ser pan de molde.
Me encantan los sueños
que se hacen cargo de su melancolía temporal sin necesidad de
análisis: La yeta,
excusado, ramera,
la bocha, o
la lavandera. También me gusta que no todos lleven artículo (no
así para redactar este texto), pero en eso preferiría ahondar más
adelante.
La muerte es recurrente,
quizás porque el juego puede salvarnos, tanto o más que la fe, y yo
no sé si poner comillas en “puede”, en “salvarnos” o en
“fe”. El muerto, el muerto que habla, el muerto
sueño (de palabra a palabra, sin intermediarios, una de tantas
incógnitas que pasean por mi cabeza). Tres muertes que se
personifican en un ser puntual, aunque no en la muerte per se, y no
sé qué decir al respecto, o no sé si valdría la pena decir algo.
Las comidas no tienen
elaboración (bueno, salvo la manteca y el pan, pero me
refiero a elaboraciones tipo ravioles, locro o empanadas): los
huevos, la carne, los
tomates, la leche, el
pescado y el aceite.
No estaría mal que aparezca el mate, de hecho no entiendo su
ausencia, como la del café, el azúcar, o la sal.
No sabía en qué momento
empezar con la abstracción, y ya no puedo esperar... voy. Cierta
abstracción es la que me permite divagar, y si hablamos de una
apuesta romántica, se trata de volar con unas alas largas y pesadas
que se mueven lentamente. Palito, cabeza (sin artículo,
me encanta), la carne (de tan obvio se me aparece complejo),
la luz, gente negra (sublime), el payaso, agua
(porque aparece inundación, por lo que la complejidad es más
que posible), el balcón (y esto es más bien personal), la
caída, humo, o el miedo. Ya sé que la abstracción
es un tema ambiguo, pero de eso se trata un poco, de usar la
imaginación para sospechar qué hizo que un tipo juegue al palito,
o a la luz. Otra vez, no se trata sólo de soñar con algo,
sino de lo que vivimos estando despiertos ¿Qué tiene de abstracto
el humo? Bueno, sin dudas que lo mismo que puede tener la
gallina si nos ponemos cabeza abajo, pero el humo acarrea
otras propuestas, no sólo la de un cigarrillo o la de un incendio...
que para algo tiene su propia casilla. El humo puede
significar la angustia, el arrepentimiento, o por qué no el engaño
de su amante (no de su novia, ni esposa... a-man-te).
Así caigo en la
mujer y en todas las derivaciones familiares, el tema de citar
(más) abstracciones lo sigo después, quizás sin precisión, sino
más bien en una especie de enfermedad de escritor mediocre, a
salpicones. En fin, lindo cuadro familiar: madre, niño
(sé que no es hijo, pero igual aplica), sobrinos, casamiento
(ídem niño), marido, médico (es la profesión del
marido, qué le vamos a hacer) y hermanos. No están ni los
cuernos ni el divorcio, el primero se me hace un ausente, casi me
suena a que simplemente se lo olvidaron... Iba a citar a la
fiesta, pero de momento me guardo ese placer literario.
De más está decir que
la poesía no se ha ausentado de mi querido amigo invisible.
Porque... no tengo idea del origen de los “sueños”, y a decir
verdad no sé si quiero saberlo antes de terminar este pequeño
texto, quizás sea de una verdad tan rotunda e irrefutable, o de una
simpleza tan decepcionante que me arruinaría este grato momento
(aunque por otro lado me niego a admitir que pueda existir dicha
simpleza).
Decía, lo poético, y si
bien puedo intentar mantener la naturalidad de la expresión, de no
hacerlo pretendo ejemplificar.
Soldado, ¿ex
combatiente, o de plomo? Quizás extorsionado joven argentino que
dejó a sus novias para pelear una batalla de barro y de frío.
La niña bonita,
qué bárbaro, qué adjetivo. La niña bonita era jovial, ya a
estas alturas ha abandonado la cinta en sus cabellos, ahora lo lleva
corto, como la mayoría de las abuelas que dejaron pasar el tiempo
sin que crezca la desazón.
El barco (este es
el más personal). El barco es despedida, nada tiene que ver
con la pesca ilegal de ballenas en la costa nacional, el barco
es un viaje largo que va a sopesar los recuerdos de la despedida, es
el vaivén estomacal acompañando al mar, el barco es el
horizonte amarillo de un sol abandonado.
Llamas estuvo
trastabillando entre mis candidatos, pero ya lo dije, la existencia
del incendio nos invita a darle otro peso, al igual que el que
se le puede dar al humo. Las llamas no son
necesariamente pasión, aunque sí son fuerza visceral, que no es lo
mismo, porque la pasión quema desde todos lados, y estas llamas
queman desde adentro, sin que se vean los daños.
La lluvia y el
balcón escriben su propio poema (abstracto, poético,
suicida), yo los dejo de la mano, y no pueden negar que lo ven a ese
tipo, apoyado en la baranda mientras el agua solloza desde el abismo
del techo taciturno (y algo barroco).
Las piernas,
quizás otro ejemplo personal, porque las veo cruzadas y desnudas,
con tacones cansados de bailar. Y no hay ganas de imaginar quién las
porta, sólo esas piernas son capaces de escribir una novela.
No llevo un orden, sino
más bien un desorden, pero era mi idea, mala tal vez.
Hay otros animales
(además del perro y del gato, delincuentes del basural
de calle Suipacha), caballo, víbora (ambiguo, claro),
mariposa o pajarito... Pajarito, qué decir de este
diminutivo tan “canario”, tan jaula en el jardín del patio
interno de un caserón de techos altos. Es, sin dudas, otro evidente
condimento tanguero. Hay un insecto también: lombrices (no
gusanos, por lo cual no puedo dejar de imaginarme la relación con la
pesca, otro gran ausente). Concluyo este inciso con la rata, y
con esa articulación selectiva.
“La
Rata”, aunque “Lombrices”. “La
cama”, por ejemplo, tiene también ese peso que da el artículo,
así como esa impresión de estar hablando como un personaje de
Roberto Arlt. El pan, el vino, pero, sorpresa
(sorpresa, sí, no es que quiera sorprenderlos, uno de los
sueños es “sorpresa”). Las piernas, y acá puede
verse como influye la presencia o la ausencia dado el caso. Y de
nuevo, cuando me expliquen la procedencia de estos detalles (porque
dudo que sea aleatorio)... lo más probable es que me ponga triste.
Escribir esto con la virginidad sensorial me da un placer que sin
dudas me va a ser arrebatado como un piñón de realidad. El peine
es otro ejempo tan articulado... como inexplicable su articulación (
no así la luz, donde se evidencia nuevamente algo “divino”).
Por otro lado, yo creo
que hay algunas propuestas de por sí apostadoras, unas que ya lo
llevan en su linaje morfológico, dentista es un metódico
ejemplo, anillo es otro, pero la situación de anillo
me inclina hacia un camino más desesperado, una apuesta menos asidua
y más drástica, digamos más “divorciada”. Tengo algún detalle
más conciso sobre los sueños apostadores, pero lo postergo.
Ahora el evidente,
párrafo aparte. Dinero, que desparpajo ensartar a uno que
corre con ventaja... Iba a ayudarlo con vicios, pero incluso
este lo mira desde abajo (admito que me fastidia el constante
esfuerzo narrativo que hago por diferenciar los que llevan artículo
de los que no).
El miedo, la
poética aversión que nos hace morir un poco cada día, qué linda
es la tragedia caramba. Ladrón, desarticulado, por parecer
que es un imperativo, uno que increpa, como el “ratero” del Chavo
del 8, ¡ladrón!. La
fiesta, otro momento que parece una historia por sí misma (les
dije que volvía por este sueño). Acá el concepto se alarga, es una
fiesta,
con esas piernas largas, en ese casamiento que nombraba más arriba,
pero esta fiesta termina mal, y no es fatalista la observación, sino
que termina sin cambiar la vida de los invitados. Vasos dados vuelta,
luces altas para avisar que la oscuridad, esa que proporcionaba
oportunidades para terminar con la soledad de las camas de dos plazas
y de un solo ser humano, se ha acabado irremediablemente. Pierde la
gracia el cotillón, se ve ridículo; acodados en las mesas se miran
los sobrevivientes sin esperanzas, caballeros ya borrachos se ponen
los sacos, afligidos por la imagen que tenían de las seis de la
mañana, cuando esos mismos sacos, estaban en las espaldas
hipotéticas y destempladas de alguna de las chicas que todavía no
se ha casado. Todos van a jugar a “la fiesta” el domingo
siguiente, ellos y ellas.
El tipo hipotético
podría rara vez jugar al serrucho, exótico y limitado
sustantivo, o a la zapatilla (este
último artículo es cosa mía), zapatilla extraviada
de su compañera, que por algo no está en plural. El supuesto
individuo jugaría al borracho, a ese adjetivo que sabe
combinar las risas con la tragedia, sucede que el número que lo
acompaña le recuerda a su cumpleaños. Porque claro, y será que me
parecía inútil hacer alusión a esto: pero hay un número atrás de
cada sueño. El loco es un loco verdadero porque está
adjetivado, porque tiene-que-estarlo, de hecho no me extrañaría que
él mismo venda números de quiniela por las calles. Por ejemplo, el
loco coincide con la fecha de mi nacimiento, y eso, repito,
indica que no siempre se juega con lo que se sueña, sino con lo que
se vive (a menos que estuviese loco y que soñase con otro loco). (No
estoy loco).
Los malditos también
merecen párrafo aparte, lugar común acertado, observen esta
historia: enamorado,
pelea, sangre, incendio, ahogado, cuchillo,
la caída (porque no me digan que es algo parecido a un
tropezón), hospital (me cabe justito, quizás no amerita),
llanto, cementerio, desgracia, la cárcel,
excremento... si hasta parecen hermanos de un mismo cuento de
Bukowski.
Hay varios sueños que me
dicen... nada (por ahora, y quizás la vacuidad se extienda hasta el
final del texto): anteojos, planta, linterna, el
cerro (éste me resulta
particularmente incoloro) o piojos. Todos
estos, no sé bien por qué, me parecen destinados exclusivamente a
acertar a la quiniela, y los otros sueños son mucho más que eso,
pero no se me ocurre nada más que haber necesitado una linterna en
un apagón para jugarlo a la mañana siguiente. O, ¡Rosa, el nene
tiene piojos, mañana jugale al 87!.
Con eso último no quiero
desprestigiar ninguno de los sueños de mi amigo imaginario, además
hay que rescatar que hoy, con la globalización, habría estudios
para que cada uno de ellos esté pensado para jugar con mayor
asiduidad, harían cualquier cosa para hacer el juego más
recurrente, y él lo ha logrado sin la presión de una multinacional.
No por nada eligió los
tomates y no los alcauciles, el perro y no el oso
hormiguero, y eso es sólo por citar dos ejemplos.
He llegado al final, a
propósito, el individuo no es un personaje de este escrito, es un
sinsentido para este texto (y un claro ejemplo de mi sin-sentido
común para la estructura literaria)... Pienso llamarla la “lista
de un tipo” , no me pregunten por qué (ni tampoco por qué uso
tantos paréntesis para hacerme el gracioso). Asimismo voy a procurar
mantenerme ignorante sobre los orígenes de esta lista o del autor de
la misma, porque es dicha. Y punto.
Hela aquí, un tiempo
después, con los conventillos convertidos en viajes de intercambio,
con la mezcla de sueños y de vivencias, con las cartas hundidas en
los emails, con más ateos que religiosos, pero sobre todo con los
deseos atemporales de tomarme una ginebra con el autor de los
maravillosos sueños, propiedad de los que quieren un poquito... un
“cachito” de suerte. Nada de “tablet”, o de “megas”, que
sea de esta época, casi como de aquella, como aquella pudo parecerse
a esta época, casi parecida a la tenebrosa época que se nos viene.
Mi lista, la lista de un tipo:
00
La mirada
|
25
Desvelo
|
50
El semáforo
|
75
Los bizcochos
|
01
Batería
|
26
La puteada
|
51
Toco madera
|
76
Trámites
|
02
Gemelos
|
27
Muy salado
|
52
El candado
|
77
Mosquitos
|
03
Los mocos
|
28
Olvido
|
53
Abrojo
|
78
La esquina
|
04
Vegetariana
|
29
Cuadro torcido
|
54
Coca sin gas
|
79
Sin dientes
|
05
Siesta larga
|
30
La nostalgia
|
55
Papel de diario
|
80
La sombra
|
06
Rocky Balboa
|
31
El bondi
|
56.Gotera
|
81
Cucheta chillona
|
07
Sonrisa de lado
|
32
Beso con lengua
|
57
El pelo
|
82
Las islas
|
08
El enchufe
|
33
Papelón
|
58
El bar
|
83
Pileta
|
09
El delantero de área
|
34
Blanco y negro
|
59
Mal aliento
|
84
Cerrajero
|
10
Primera vez
|
35
Valija abierta
|
60
Cortadito
|
85
Botones
|
11
Erección
|
36
El perfume
|
61
Mal olor
|
86
La mano
|
12
Tarjeta de crédito
|
37
Dolores
|
62
Hombre llorando
|
87
Aspirinas
|
13Ventilador de techos
|
38
Mejor amigo
|
63
Los vecinos
|
88
El pochoclo
|
14
Frazadas
|
39
Desayuno
|
64
Pezón
|
89
Con rueditas
|
15
El pelado
|
40
La columna
|
65
Las pilas
|
90
Pinturas
|
16
La canción
|
41
Crisis
|
66
El Diablo
|
91
Los puchos
|
17
Estornudo
|
42
La manguera
|
67
Detergente
|
92
Cartero
|
18
Sed
|
43
El control remoto
|
68
El patiecito
|
93
Milanesas
|
19
Los globos
|
44
Las agujas
|
69
Guiñada
|
94
El Diego
|
20
El asado
|
45
El susto
|
70
La jubilación
|
95
Lapicera
|
21
Cáscara de banana
|
46
Pinchadura
|
71
Orientales
|
96
Al revés
|
22
Ravioles
|
47
El vuelo
|
72
Cajón vacío
|
97
Los colmillos
|
23
El foco
|
48
Alambre de púas
|
73
Sin teléfono
|
98
La plaza
|
24
Yerba lavada
|
49
La mancha
|
74
El incienso
|
99
Una tal Ana
|
No hay comentarios:
Publicar un comentario