viernes, 9 de octubre de 2015

Los sueños y los despiertos


Los sueños de la quiniela se acomodan en un punto arrabalero, no sé bien por qué, pero me resultan una especie de tango tartamudo:

00 Huevos
25 Gallina
50 El pan
75 Payaso
01 Agua
26 La misa
51 Serrucho
76 Llamas
02 Niño
27 El peine
52 Madre
77 Las piernas
03 San Cono
28 El cerro
53 El barco
78 Ramera
04 La Cama
29 San Pedro
54 La vaca
79 Ladrón
05 Gato
30 Santa Rosa
55 Los gallegos
80 La bocha
06 Perro
31 La luz
56 La caída
81 Flores
07 Revólver
32 Dinero
57 Jorobado
82 Pelea
08 Incendio
33 Cristo
58 Ahogado
83 Mal tiempo
09 Arroyo
34 Cabeza
59 Planta
84 Iglesia
10 La leche
35 Pajarito
60 Virgen
85 Linterna
11 Palito
36 Manteca
61 Escopeta
86 Humo
12 Soldado
37 Dentista
62 Inundación
87 Piojos
13 La yeta
38 Aceite
63 Casamiento
88 El Papa
14 Borracho
39 Lluvia
64 Llanto
89 La rata
15 Niña bonita
40 Cura
65 Cazador
90 El miedo
16 Anillo
41 Cuchillo
66 Lombrices
91 Excusado
17 Desgracia
42 Zapatilla
67 Víbora
92 Médico
18 Sangre
43 Balcón
68 Sobrinos
93 Enamorado
19 Pescado
44 La cárcel
69 Vicios
94 Cementerio
20 La fiesta
45 El vino
70 Muerto sueño
95 Anteojos
21 La mujer
46 Tomates
71 Excremento
96 Marido
22 El loco
47 Muerto
72 Sorpresa
97 La mesa
23 Mariposa
48 Muerto que habla
73 Hospital
98 Lavandera
24 Caballo
49 La carne
74 Gente Negra
99 Hermanos


Tienen olor a mate cocido, pueden leerse como vino en pingüino de cerámica, como polvo sobre los muebles. Se apoyan sobre manteles plásticos a cuadrillé, silbando bajito, entre religiosos suspiros de señoras que suelen hacer ñoquis caseros los 29.

Cien imágenes variadas, etéreas, subjetivas... y etcéteras, que no caben en esta oración.

Llaman la atención Santos y Santas (tantos que ni los enumero). Se beatifica Cristo, Iglesia, Virgen (que al no tener artículo suscita dudas, pero no creo “correcto” explayarme precisamente en este párrafo). Reza un Cura, El Papa, La Misa... Pero aunque me parezca un tanto grotesca la cantidad de sueños eclesiásticos, por otro lado es lógico... La suerte cree en Dios, por sobre todas las cosas.

La bocha reemplaza al fútbol (desde un punto de vista deportivo, sin rebusque de “cabeza”), el arroyo al dique, la ramera a la prostituta, mientras que los gallegos marcan una época. El jorobado bien podría ser el ciego (no es un ejemplo antagónico, sino más bien cotidiano), la gallina bien podría ser el pollo, el revólver la “pistola”, el barco el avión, o por lo menos el velero.

Hay varias ramificaciones, por lo cual es lógico que algunos sueños abarquen más de un terreno, y otros ninguno fuera del azar naturalmente dicho. Lo que sí me parece digno de recalcar, es que si bien están titulados por el evidente hecho de soñar con alguno de ellos, cierto es que elegimos jugar por situaciones casuales dentro de la vida despierta. Abarcan lo que se sueña, y lo que se vive, y yo presumo que fueron concebidos con esa idea dual.

Pero no puedo dejar de repetir que siento una milonga disgregada al leer una y otra vez las menciones. La gallina se me aparece en un campo de hace tiempo, el perro y el gato callejeros, buscadores de fortuna entre lo que nosotros llamamos basura. La mesa es un tablón dominguero, la escopeta está escondida para ahuyentar rufianes, las flores son llevadas por un amante de sombrero. La pelea es en un ring, en un polideportivo que permite fumar. El pan no puede... simplemente no puede ser pan de molde.

Me encantan los sueños que se hacen cargo de su melancolía temporal sin necesidad de análisis: La yeta, excusado, ramera, la bocha, o la lavandera. También me gusta que no todos lleven artículo (no así para redactar este texto), pero en eso preferiría ahondar más adelante.

La muerte es recurrente, quizás porque el juego puede salvarnos, tanto o más que la fe, y yo no sé si poner comillas en “puede”, en “salvarnos” o en “fe”. El muerto, el muerto que habla, el muerto sueño (de palabra a palabra, sin intermediarios, una de tantas incógnitas que pasean por mi cabeza). Tres muertes que se personifican en un ser puntual, aunque no en la muerte per se, y no sé qué decir al respecto, o no sé si valdría la pena decir algo.

Las comidas no tienen elaboración (bueno, salvo la manteca y el pan, pero me refiero a elaboraciones tipo ravioles, locro o empanadas): los huevos, la carne, los tomates, la leche, el pescado y el aceite. No estaría mal que aparezca el mate, de hecho no entiendo su ausencia, como la del café, el azúcar, o la sal.

No sabía en qué momento empezar con la abstracción, y ya no puedo esperar... voy. Cierta abstracción es la que me permite divagar, y si hablamos de una apuesta romántica, se trata de volar con unas alas largas y pesadas que se mueven lentamente. Palito, cabeza (sin artículo, me encanta), la carne (de tan obvio se me aparece complejo), la luz, gente negra (sublime), el payaso, agua (porque aparece inundación, por lo que la complejidad es más que posible), el balcón (y esto es más bien personal), la caída, humo, o el miedo. Ya sé que la abstracción es un tema ambiguo, pero de eso se trata un poco, de usar la imaginación para sospechar qué hizo que un tipo juegue al palito, o a la luz. Otra vez, no se trata sólo de soñar con algo, sino de lo que vivimos estando despiertos ¿Qué tiene de abstracto el humo? Bueno, sin dudas que lo mismo que puede tener la gallina si nos ponemos cabeza abajo, pero el humo acarrea otras propuestas, no sólo la de un cigarrillo o la de un incendio... que para algo tiene su propia casilla. El humo puede significar la angustia, el arrepentimiento, o por qué no el engaño de su amante (no de su novia, ni esposa... a-man-te).

Así caigo en la mujer y en todas las derivaciones familiares, el tema de citar (más) abstracciones lo sigo después, quizás sin precisión, sino más bien en una especie de enfermedad de escritor mediocre, a salpicones. En fin, lindo cuadro familiar: madre, niño (sé que no es hijo, pero igual aplica), sobrinos, casamiento (ídem niño), marido, médico (es la profesión del marido, qué le vamos a hacer) y hermanos. No están ni los cuernos ni el divorcio, el primero se me hace un ausente, casi me suena a que simplemente se lo olvidaron... Iba a citar a la fiesta, pero de momento me guardo ese placer literario.

De más está decir que la poesía no se ha ausentado de mi querido amigo invisible. Porque... no tengo idea del origen de los “sueños”, y a decir verdad no sé si quiero saberlo antes de terminar este pequeño texto, quizás sea de una verdad tan rotunda e irrefutable, o de una simpleza tan decepcionante que me arruinaría este grato momento (aunque por otro lado me niego a admitir que pueda existir dicha simpleza).

Decía, lo poético, y si bien puedo intentar mantener la naturalidad de la expresión, de no hacerlo pretendo ejemplificar.

Soldado, ¿ex combatiente, o de plomo? Quizás extorsionado joven argentino que dejó a sus novias para pelear una batalla de barro y de frío.

La niña bonita, qué bárbaro, qué adjetivo. La niña bonita era jovial, ya a estas alturas ha abandonado la cinta en sus cabellos, ahora lo lleva corto, como la mayoría de las abuelas que dejaron pasar el tiempo sin que crezca la desazón.

El barco (este es el más personal). El barco es despedida, nada tiene que ver con la pesca ilegal de ballenas en la costa nacional, el barco es un viaje largo que va a sopesar los recuerdos de la despedida, es el vaivén estomacal acompañando al mar, el barco es el horizonte amarillo de un sol abandonado.

Llamas estuvo trastabillando entre mis candidatos, pero ya lo dije, la existencia del incendio nos invita a darle otro peso, al igual que el que se le puede dar al humo. Las llamas no son necesariamente pasión, aunque sí son fuerza visceral, que no es lo mismo, porque la pasión quema desde todos lados, y estas llamas queman desde adentro, sin que se vean los daños.

La lluvia y el balcón escriben su propio poema (abstracto, poético, suicida), yo los dejo de la mano, y no pueden negar que lo ven a ese tipo, apoyado en la baranda mientras el agua solloza desde el abismo del techo taciturno (y algo barroco).

Las piernas, quizás otro ejemplo personal, porque las veo cruzadas y desnudas, con tacones cansados de bailar. Y no hay ganas de imaginar quién las porta, sólo esas piernas son capaces de escribir una novela.

No llevo un orden, sino más bien un desorden, pero era mi idea, mala tal vez.

Hay otros animales (además del perro y del gato, delincuentes del basural de calle Suipacha), caballo, víbora (ambiguo, claro), mariposa o pajarito... Pajarito, qué decir de este diminutivo tan “canario”, tan jaula en el jardín del patio interno de un caserón de techos altos. Es, sin dudas, otro evidente condimento tanguero. Hay un insecto también: lombrices (no gusanos, por lo cual no puedo dejar de imaginarme la relación con la pesca, otro gran ausente). Concluyo este inciso con la rata, y con esa articulación selectiva.

La Rata”, aunque “Lombrices”. “La cama”, por ejemplo, tiene también ese peso que da el artículo, así como esa impresión de estar hablando como un personaje de Roberto Arlt. El pan, el vino, pero, sorpresa (sorpresa, sí, no es que quiera sorprenderlos, uno de los sueños es “sorpresa”). Las piernas, y acá puede verse como influye la presencia o la ausencia dado el caso. Y de nuevo, cuando me expliquen la procedencia de estos detalles (porque dudo que sea aleatorio)... lo más probable es que me ponga triste. Escribir esto con la virginidad sensorial me da un placer que sin dudas me va a ser arrebatado como un piñón de realidad. El peine es otro ejempo tan articulado... como inexplicable su articulación ( no así la luz, donde se evidencia nuevamente algo “divino”).

Por otro lado, yo creo que hay algunas propuestas de por sí apostadoras, unas que ya lo llevan en su linaje morfológico, dentista es un metódico ejemplo, anillo es otro, pero la situación de anillo me inclina hacia un camino más desesperado, una apuesta menos asidua y más drástica, digamos más “divorciada”. Tengo algún detalle más conciso sobre los sueños apostadores, pero lo postergo.

Ahora el evidente, párrafo aparte. Dinero, que desparpajo ensartar a uno que corre con ventaja... Iba a ayudarlo con vicios, pero incluso este lo mira desde abajo (admito que me fastidia el constante esfuerzo narrativo que hago por diferenciar los que llevan artículo de los que no).

El miedo, la poética aversión que nos hace morir un poco cada día, qué linda es la tragedia caramba. Ladrón, desarticulado, por parecer que es un imperativo, uno que increpa, como el “ratero” del Chavo del 8, ¡ladrón!. La fiesta, otro momento que parece una historia por sí misma (les dije que volvía por este sueño). Acá el concepto se alarga, es una fiesta, con esas piernas largas, en ese casamiento que nombraba más arriba, pero esta fiesta termina mal, y no es fatalista la observación, sino que termina sin cambiar la vida de los invitados. Vasos dados vuelta, luces altas para avisar que la oscuridad, esa que proporcionaba oportunidades para terminar con la soledad de las camas de dos plazas y de un solo ser humano, se ha acabado irremediablemente. Pierde la gracia el cotillón, se ve ridículo; acodados en las mesas se miran los sobrevivientes sin esperanzas, caballeros ya borrachos se ponen los sacos, afligidos por la imagen que tenían de las seis de la mañana, cuando esos mismos sacos, estaban en las espaldas hipotéticas y destempladas de alguna de las chicas que todavía no se ha casado. Todos van a jugar a “la fiesta” el domingo siguiente, ellos y ellas.

El tipo hipotético podría rara vez jugar al serrucho, exótico y limitado sustantivo, o a la zapatilla (este último artículo es cosa mía), zapatilla extraviada de su compañera, que por algo no está en plural. El supuesto individuo jugaría al borracho, a ese adjetivo que sabe combinar las risas con la tragedia, sucede que el número que lo acompaña le recuerda a su cumpleaños. Porque claro, y será que me parecía inútil hacer alusión a esto: pero hay un número atrás de cada sueño. El loco es un loco verdadero porque está adjetivado, porque tiene-que-estarlo, de hecho no me extrañaría que él mismo venda números de quiniela por las calles. Por ejemplo, el loco coincide con la fecha de mi nacimiento, y eso, repito, indica que no siempre se juega con lo que se sueña, sino con lo que se vive (a menos que estuviese loco y que soñase con otro loco). (No estoy loco).

Los malditos también merecen párrafo aparte, lugar común acertado, observen esta historia: enamorado, pelea, sangre, incendio, ahogado, cuchillo, la caída (porque no me digan que es algo parecido a un tropezón), hospital (me cabe justito, quizás no amerita), llanto, cementerio, desgracia, la cárcel, excremento... si hasta parecen hermanos de un mismo cuento de Bukowski.

Hay varios sueños que me dicen... nada (por ahora, y quizás la vacuidad se extienda hasta el final del texto): anteojos, planta, linterna, el cerro (éste me resulta particularmente incoloro) o piojos. Todos estos, no sé bien por qué, me parecen destinados exclusivamente a acertar a la quiniela, y los otros sueños son mucho más que eso, pero no se me ocurre nada más que haber necesitado una linterna en un apagón para jugarlo a la mañana siguiente. O, ¡Rosa, el nene tiene piojos, mañana jugale al 87!.

Con eso último no quiero desprestigiar ninguno de los sueños de mi amigo imaginario, además hay que rescatar que hoy, con la globalización, habría estudios para que cada uno de ellos esté pensado para jugar con mayor asiduidad, harían cualquier cosa para hacer el juego más recurrente, y él lo ha logrado sin la presión de una multinacional. No por nada eligió los tomates y no los alcauciles, el perro y no el oso hormiguero, y eso es sólo por citar dos ejemplos.

He llegado al final, a propósito, el individuo no es un personaje de este escrito, es un sinsentido para este texto (y un claro ejemplo de mi sin-sentido común para la estructura literaria)... Pienso llamarla la “lista de un tipo” , no me pregunten por qué (ni tampoco por qué uso tantos paréntesis para hacerme el gracioso). Asimismo voy a procurar mantenerme ignorante sobre los orígenes de esta lista o del autor de la misma, porque es dicha. Y punto.

Hela aquí, un tiempo después, con los conventillos convertidos en viajes de intercambio, con la mezcla de sueños y de vivencias, con las cartas hundidas en los emails, con más ateos que religiosos, pero sobre todo con los deseos atemporales de tomarme una ginebra con el autor de los maravillosos sueños, propiedad de los que quieren un poquito... un “cachito” de suerte. Nada de “tablet”, o de “megas”, que sea de esta época, casi como de aquella, como aquella pudo parecerse a esta época, casi parecida a la tenebrosa época que se nos viene. Mi lista, la lista de un tipo:

00 La mirada
25 Desvelo
50 El semáforo
75 Los bizcochos
01 Batería
26 La puteada
51 Toco madera
76 Trámites
02 Gemelos
27 Muy salado
52 El candado
77 Mosquitos
03 Los mocos
28 Olvido
53 Abrojo
78 La esquina
04 Vegetariana
29 Cuadro torcido
54 Coca sin gas
79 Sin dientes
05 Siesta larga
30 La nostalgia
55 Papel de diario
80 La sombra
06 Rocky Balboa
31 El bondi
56.Gotera
81 Cucheta chillona
07 Sonrisa de lado
32 Beso con lengua
57 El pelo
82 Las islas
08 El enchufe
33 Papelón
58 El bar
83 Pileta
09 El delantero de área
34 Blanco y negro
59 Mal aliento
84 Cerrajero
10 Primera vez
35 Valija abierta
60 Cortadito
85 Botones
11 Erección
36 El perfume
61 Mal olor
86 La mano
12 Tarjeta de crédito
37 Dolores
62 Hombre llorando
87 Aspirinas
13Ventilador de techos
38 Mejor amigo
63 Los vecinos
88 El pochoclo
14 Frazadas
39 Desayuno
64 Pezón
89 Con rueditas
15 El pelado
40 La columna
65 Las pilas
90 Pinturas
16 La canción
41 Crisis
66 El Diablo
91 Los puchos
17 Estornudo
42 La manguera
67 Detergente
92 Cartero
18 Sed
43 El control remoto
68 El patiecito
93 Milanesas
19 Los globos
44 Las agujas
69 Guiñada
94 El Diego
20 El asado
45 El susto
70 La jubilación
95 Lapicera
21 Cáscara de banana
46 Pinchadura
71 Orientales
96 Al revés
22 Ravioles
47 El vuelo
72 Cajón vacío
97 Los colmillos
23 El foco
48 Alambre de púas
73 Sin teléfono
98 La plaza
24 Yerba lavada
49 La mancha
74 El incienso
99 Una tal Ana










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