Otro de estos textos,
otra vez la mente masticando con la boca abierta.
Pero elevo mis hombros
porque no encuentro réplica, preciso sentarme en el medio de este
laberinto, acatar los murmullos del fondo, obediente, como quien baja
la cabeza:
Es desgano metálico, son
nubes inmunes al aire, es la simpleza enredada en el esfuerzo.
Otro de estos textos, “no
se debe”. Soltar palabras que aprietan es de poesía patética. Y
yo que lo sé y quizás no me importa, quizás esté a punto de
hacerlo de nuevo, quizás de golpe:
Apatía en blanco y
negro, dolores gástricos o metástasis cardíaca, suspirismo
condescendiente, culpable de esas culpas, y ay dios míos de
dioses ajenos.
Porque para alejarme de
roles como éstos sólo el silencio, palabras invisibles o
inservibles. Porque el acto reflejo es putear de nuevo:
Vidita cansada de
robar un cuerpo, relojes con demasiada pila, caries buscando muelas,
ceguera traidora que ve bien de cerca y mi alegría condenada por
incesto.
Sí. Otro. Pero la
catarsis no se lleva bien con mis letras. Mi tristeza es mía y no la
presto, que me disculpe el cliché de “la felicidad sólida y las
palabras de aliento”, que el aliento no tiene por qué ser
alentador, a veces es simplemente insuficiente. Porque la felicidad
se cruza de vereda cuando se hace de noche.
Entonces un día menos,
látigo hecho con venas mal atadas, mañana vemos y
más palabras con viento en contra.
Otra vez, harto de que me
desvelen mis propios gritos de auxilio, de esta farsa que camina
derechita, de que el cariño me prepare para el olvido, de que el
futuro se enchastre los puños de la campera, del espejo
incomprendido.
Y otra, otra vez, me
pregunto desde dónde escribo...
Si aprietan es mejor que salgan, total, al que le de urticaria un "yo lírico romántico", que se rasque y ya. Muy bueno!
ResponderEliminarMuchas gracias! Además si no salen que problemón... :)
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