viernes, 14 de abril de 2017

Otra vez

Otro de estos textos, otra vez la mente masticando con la boca abierta.

Pero elevo mis hombros porque no encuentro réplica, preciso sentarme en el medio de este laberinto, acatar los murmullos del fondo, obediente, como quien baja la cabeza:

Es desgano metálico, son nubes inmunes al aire, es la simpleza enredada en el esfuerzo.

Otro de estos textos, “no se debe”. Soltar palabras que aprietan es de poesía patética. Y yo que lo sé y quizás no me importa, quizás esté a punto de hacerlo de nuevo, quizás de golpe:

Apatía en blanco y negro, dolores gástricos o metástasis cardíaca, suspirismo condescendiente, culpable de esas culpas, y ay dios míos de dioses ajenos.

Porque para alejarme de roles como éstos sólo el silencio, palabras invisibles o inservibles. Porque el acto reflejo es putear de nuevo:

Vidita cansada de robar un cuerpo, relojes con demasiada pila, caries buscando muelas, ceguera traidora que ve bien de cerca y mi alegría condenada por incesto.

Sí. Otro. Pero la catarsis no se lleva bien con mis letras. Mi tristeza es mía y no la presto, que me disculpe el cliché de “la felicidad sólida y las palabras de aliento”, que el aliento no tiene por qué ser alentador, a veces es simplemente insuficiente. Porque la felicidad se cruza de vereda cuando se hace de noche.

Entonces un día menos, látigo hecho con venas mal atadas, mañana vemos y más palabras con viento en contra.

Otra vez, harto de que me desvelen mis propios gritos de auxilio, de esta farsa que camina derechita, de que el cariño me prepare para el olvido, de que el futuro se enchastre los puños de la campera, del espejo incomprendido.

Y otra, otra vez, me pregunto desde dónde escribo...

2 comentarios:

  1. Si aprietan es mejor que salgan, total, al que le de urticaria un "yo lírico romántico", que se rasque y ya. Muy bueno!

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