Muchas gracias a la gente de la revista por dejarme participar una vez más.
Revista Visor. Edición especial Argentina
viernes, 14 de abril de 2017
Otra vez
Otro de estos textos,
otra vez la mente masticando con la boca abierta.
Pero elevo mis hombros
porque no encuentro réplica, preciso sentarme en el medio de este
laberinto, acatar los murmullos del fondo, obediente, como quien baja
la cabeza:
Es desgano metálico, son
nubes inmunes al aire, es la simpleza enredada en el esfuerzo.
Otro de estos textos, “no
se debe”. Soltar palabras que aprietan es de poesía patética. Y
yo que lo sé y quizás no me importa, quizás esté a punto de
hacerlo de nuevo, quizás de golpe:
Apatía en blanco y
negro, dolores gástricos o metástasis cardíaca, suspirismo
condescendiente, culpable de esas culpas, y ay dios míos de
dioses ajenos.
Porque para alejarme de
roles como éstos sólo el silencio, palabras invisibles o
inservibles. Porque el acto reflejo es putear de nuevo:
Vidita cansada de
robar un cuerpo, relojes con demasiada pila, caries buscando muelas,
ceguera traidora que ve bien de cerca y mi alegría condenada por
incesto.
Sí. Otro. Pero la
catarsis no se lleva bien con mis letras. Mi tristeza es mía y no la
presto, que me disculpe el cliché de “la felicidad sólida y las
palabras de aliento”, que el aliento no tiene por qué ser
alentador, a veces es simplemente insuficiente. Porque la felicidad
se cruza de vereda cuando se hace de noche.
Entonces un día menos,
látigo hecho con venas mal atadas, mañana vemos y
más palabras con viento en contra.
Otra vez, harto de que me
desvelen mis propios gritos de auxilio, de esta farsa que camina
derechita, de que el cariño me prepare para el olvido, de que el
futuro se enchastre los puños de la campera, del espejo
incomprendido.
Y otra, otra vez, me
pregunto desde dónde escribo...
Binario
Sí. Hoy creo que vengo
raro Don Julio.
No sé si será que ando
con ganas de estar mejor y eso hace que mis cosas que contar tengan
menos sedimento, o que no puedo estar mejor porque los sedimentos me
tientan para que yo arañe el barro en pos de un poquito de agua. La
cosa es que por algún motivo presiento que voy a escribir un enorme
disparate.
(Bueh, mire la
introducción nada más).
Al final me es difícil
estar más binario, qué quiere que le diga, le estoy poniendo ganas
eh. Unos y ceros Fabián. Unos y ceros. Entonces música alegre, nada
de Fados, unos y ceros, nada de lecturas pum para abajo, unos
y ceros, mirate una de suspenso Fabián, unos y ceros, conversaciones
livianitas, unos y ceros, busca cualquier excusa para reírte de un
humor gracioso... y no de uno inteligente. Unos, unos, ceros, unos y
ceros.
¿Y?
Lo que se dice mejor...
no sé si estoy mejor, mareado tal vez. Porque no soy tan tonto, sé
que se puede lidiar con los números complejos, con las ecuaciones
reflexivas, con la introspección, con un dramón francés o con uno
de esos tangos pegajosos a las dos de la mañana. Pero a mi se me
empezó a arremolinar la cosa, por eso decidí probar un tiempito
con las bases. Unos y ceros Fabián. Mientras tanto. Por ahora. Por
un rato. Creo que se trata de pensar menos, hasta me atrevo a decir
de sentir menos. Preguntarse menos cosas y cabalgar silbando. Cero,
cero, uno.
Perdone los puntos
seguidos en exceso pero mis letras hoy parece que tienen hipo, me
creo todo lo que digo y por otro lado siento que me tomo el pelo, soy
un cero y un cero y un cero y un uno y de golpe los sedimentos me
dicen que me extrañan y qué joder. ¡Yo también los extraño de a
ratos y quiero ser un número periódico o fraccionado!. No por
sentirme triste de manera gratuita, sino porque tal vez para ser
binario hay que nacer binario, así yo no voy a poder engendrar una
simplicidad metódica. Los admiro mucho ¿sabe usted?. A todos los
binarios. No es vanidad, en serio los admiro y con SINCERIDAD
(mayúsculas bien merecidas), tanta profundidad y tanto arte; tanta
paradoja existencial y pregunta vital, tanta reflexión y Rimbaud.
¿Para qué?.
Imagine a mi cabeza como
una lista de las compras, ya sé que se puede comprar en un almacén
o en un hipermercado dependiendo de la necesidad o de la urgencia.
Pero en este caso los números de almacén me tientan, tan inflados y
redonditos, sé que conviene la complejidad de los precios de esas
góndolas enormes y laberínticas, pero la pereza triste y garrapata
me dice con sorna: “¿No querías ser binario vos? Precios
redondos, justo abajito de casa, todo fácil”. Yo le contesto que
es más caro en el almacén, me quiero convencer entre confusiones y
picazón sentimental. Reflexiono y casi que tomo coraje para agarrar
el auto e ir al hipermercado, pero cuando me quiero acordar estoy
entrando al almacén, regocijándome de la pequeñez, de la atención
cálida, de los huevos por unidad, de la chica sonriente que es hija
del dueño y que quiere estudiar Derecho en Salamanca.
¿Ve Don Julio?. Quiero
ser binario pero me parece que ni siquiera entiendo el concepto.
Binario que ya no escribe, ojo, porque lo que tengo para contar es
esto, una carta para usted que además está un poco muerto hace más
de tres décadas, binario que al parecer necesita escribir para un
público imaginario. Unos y ceros Fabián. Una carta pedorra y
autocompasiva que vaya uno a saber cómo termina, porque este binario
no tiene la más mínima idea. O que termina acá a las patadas, unos
y unos y ceros y le juro que preferiría haber nacido achicoria o
gusanito de seda.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)