No sé si han notado que
casi todos andamos, en general, hacia adelante, es raro que caminemos
en reversa.
Cuando inicié esta
suerte de retroceso, fue por saber que se me escapó algo (nada de
llamarlo presentimiento), y cuando nos pasamos por alto un “algo” debemos volver un par de pasos. Bueno, quizás mi trecho se está
haciendo un tanto extenso.
Como no estamos
acostumbrados a ir de esta forma lo hacemos con notable torpeza y
lentitud, no tardé mucho en darme cuenta. Esta complicación
fisiológica se debe a que instintivamente tendemos a ir hacia el
frente; porque casi todas las partes software que asimilan, dilucidan
y recrean, están en la parte delantera: El equilibrio de nuestra
nariz, de nuestros dedos de los pies, de nuestros ojos, de nuestra
boca...
En fin, cuando el camino
hacia atrás se alarga comienza a ser demasiado para los demás,
para los que van, por decirlo de alguna manera, en tu contra.
Empiezan los avisos ante posibles choques, el fastidio generalizado
por el idiota que vuelve sobre sus pasos viejos en reversa. En mi
caso voy pegadito a la pared, palpándola como a una leal amiga de
ciego primerizo. Porque los ojos no sirven tanto en esta situación
(y digo “tanto”): Lo que debería agrandarse se achica, lo que
debería estar cada vez más cerca se aleja. Pero algo hubo detrás,
y sí, pura espalda terca y talones que se saben al borde de la
caída a cada paso, talones indignados por no haber nacido para esto buscando conmigo ese “algo” en lo más estrecho de la vereda.
Bocinazos de voz, caras
que se giran repulsvias a-casi-nada de pasar a tu lado, labios que
balbucean un insulto con los dedos hechos un puñado, yendo hacia
arriba y hacia abajo “¿qué hacés estúpido?”. Y el estúpido
tiene algo de insulto grande, serio, podría decirse que si alguien
suelta un “estúpido” está al borde de hacerte mucho más daño.
Casi de inmediato otro que te insulta, o eso parece. Así pasan a
cada rato los murmullos dados vuelta, murmullos que después se
desdoblan y siguen andando mientras vos ves como se achican, para
luego desvanecerse en el umbral de la dirección “correcta”.
De ir en reversa
bracearían más despacio, respirarían más cortito, es la atención
que requiere el pensar mucho en tu cuerpo desacostumbrado. No es como
ir hacia atrás en el tiempo, no soy tan exagerado, pero bueno...
casi.
Lo que hubo detrás puede
iniciar también sus pasos en reversa, está en todo su derecho, a
fin de cuentas yo pasé de largo. De cualquier manera no pienso darme
vuelta, me voy acostumbrando a ir despacio y atento. Me voy acostumbrando al hecho de que
doy un paso, de que doy dos, de arrastrar un poquito los pies por si
hay algún escalón hacia arriba o hacia abajo; también a ver como
todo en lugar de agrandarse se achica. Yo podría haber girado e ir
como corresponde, lo que se llama “volver”, es lo que todos me
siguen diciendo cuando me esquivan, pero no es lo mismo, “volver”
sería buscar aunque con el deseo quebrado. Mi búsqueda empezó y
continúa de esta manera.
Entonces no.